viernes, 22 de octubre de 2010

El rock del palíndromo

¡Me encantan los palíndromos! Ya sabéis, esas frasecillas que se leen igual de izquierda a derecha o a la inversa: Dábale arroz a la zorra el abad.

Por eso me ha fascinado descubrir en Internet esta canción de Weird Al Yankovic: Bob. Se trata de una parodia de las canciones que solía cantar el joven Bob Dylan, en la que además toda la letra está formada por palíndromos. Echadle un ojo:



Me ha gustado tantísimo, que me he parado a pensar si podría componer una canción con palíndromos en español. Y aquí tenéis el resultado.

Pero como a mí me tira más Elvis que Dylan, la melodía de base es la de That's alright, mama. Deja un comentario si te gusta.


ESO SÉ, ANA, ESO SÉ

Yo no doy rosas,
oro no doy.
No deseo ese don:
yo hago yoga hoy.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.

Oso acata Ley,
y él ataca oso.
Se laminan animales:
¿Somos o no somos?

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Salta Lenin el Atlas:
la ruta natural.
A cavar, a Caravaca;
la moral, claro, mal.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Anás uso tu
auto,
Susana.
Así le ama Elisa
y
Ana la galana.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Adán no cede con Eva,
y Yavé no cede con nada.
Adán no calla con nada:
Átale,
demoniaco Caín, o me delata.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.


Anita lava la tina.
Se es o no se es:
Anita, la gorda lagartona,
no traga la droga latina.

Eso sé, eso sé,
eso sé, Ana, eso sé.




(c) Jaime González 2010

Anita Ekberg, la lagartona, lavando la tina en Roma:


jueves, 7 de octubre de 2010

Cómo hacer literatura a partir de un viaje en autobús

Pero, ¿qué es eso de la Literatura? ¿Dónde radica su gracia? ¿Y por qué se presenta de tantas maneras diferentes?

Preguntas nada sencillas de responder. Cualquier suceso puede ser la base de un relato, un poema, una novela, un chiste o una conversación cotidiana.

Si el asunto tiene suficiente enjundia - la guerra de Troya, pongamos por caso - parece que es más fácil que la obra literaria tenga cierto valor. Pero no necesariamente.

Por contra, ciertos escritores son maestros en hacer literatura de los sucesos pequeños y cotidianos. Y ahí es donde se ve si alguien tiene talento para escribir o no.

Un ejemplo. Azorín solía recibir en la redacción del ABC visitas de jóvenes aspirantes a escritores que le pedían un puesto en el diario. Dejando a un lado los escritos y documentos que llevasen, el maestro le pedía al aspirante que antes le hiciese por cortesía el favor de bajar a comprarle cerillas o papel de fumar al estanco de la esquina. Cuando el desconcertado jovenzuelo regresaba con el recado en la mano, Azorín le decía:

- Haga usted el favor de ponerme por escrito lo que ha visto, lo que le ha pasado en este ratito.

Con lo que se servía para hacer la criba.

¿Qué hubiera pasado si Azorín hubiese coincidido con Raymond Queneau? Este curioso poeta, escritor y periodista, escribió de 99 maneras diferentes una anécdota mínima que le sucedió en un autobús de París. Después las reunió en un volumen llamado Ejercicios de Estilo.

Échenle un vistado a la presentación de aquí debajo. Y después me cuentan si hace falta armar la de Troya para hacer Literatura.