Todos los que hayan viajado a Oxford y se
hayan comprado allí una sudadera de recuerdo saben, o deberían saber, que el
lema de la Universidad Oxoniense es “Dominus
illuminatio mea”, o sea, “El Señor es
mi luz” tal como figura al principio del Salmo 27. El zoólogo y etólogo
Richard Dawkins, profesor de dicha universidad, diseñó su ex libris con el lema
“Darwinius illuminatio mea”, lo que
revela capacidad de crítica, imaginación e ironía. Y, francamente, no pocas
ganas de epatar.
Cuando Dawkins publicó en 1976 su primera
edición de El gen egoísta consiguió lo que buena parte de los científicos
y académicos persiguen durante años sin éxito: Se hizo un nombre. Uno de esos
nombres imprescindibles de recordar para los catedráticos del mundillo, para
los estudiantes del ramo, para los periodistas de la sección científica, para
los culturetas de tertulia y para los gafapastas de cafetería. Y todo por una
idea desconcertante, que su propio autor califica como más extraña que la ficción
antes de descerrajarla en el primer párrafo de la primera página del libro: Somos máquinas de supervivencia, vehículos
autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de las
egoístas moléculas conocidas como genes que albergamos en nuestras
células.
En el último capítulo de la primera edición,
Dawkins extiende su teoría darwinista desde lo biológico hacia lo cultural,
considerando que todos los comportamientos aprendidos y creaciones humanas
siguen patrones de autorreplicación similares a los de los genes. Surge así el
concepto de meme, que puede
definirse como todo comportamiento o mensaje transmitido a lo largo del tiempo por
vías no biológicas. El meme es toda unidad de información susceptible
de reproducirse y difundirse por cualquier medio cultural o de comunicación.
Un estilo de peinado, un nuevo baile, una receta de
cocina o un eslogan publicitario son memes. Sí, también se llaman memes todos los vídeos de gatitos y las
fotos chistosas que solemos reenviar a través de las redes sociales y teléfonos
móviles. E incluso todas las obras literarias, desde la Odisea al último premio Planeta, están formadas por secuencias de
memes estructuradas en una forma compleja, de modo análogo al que las células
componen organismos pluricelulares.
El concepto de meme ha dado lugar a la protociencia
llamada memética, a la
que se plantean diversas críticas, siendo una de las más notorias que el modelo
de Dawkins es darwinista, mientras que los procesos culturales parecen regirse
más bien por leyes propias del lamarckismo. ¿Puede la memética ofrecer alguna
ayuda en el estudio de las ciencias sociales?
El propósito de este artículo es apuntar una
aproximación al estudio de la Literatura
española como una comunicación de memes a lo largo del tiempo. No
incidiremos en los valores puramente literarios, sino en algunos aspectos de la
transmisión de las obras literarias y en su éxito o fracaso como memes. Al
mismo tiempo iremos reconociendo las propiedades más relevantes de los memes
literarios, y señalaremos algunos de los memes literarios más replicados de
nuestra Literatura.
Habrá quien vea en este planteamiento un
auténtico despropósito, un reduccionismo a lo jíbaro de las obras literarias y
una trivialización de la Literatura como fenómeno artístico y cultural, al
despojarla de todos sus valores estéticos y humanísticos.
No se encocoren todavía los críticos.
Consideren que, a fin de cuentas, en el instituto de secundaria la Literatura se enseña a menudo en forma
de memes, controlando que los estudiantes repitan nombres de autores que
desconocen asociándolos con títulos de obras que no han leído, cuyo argumento
se resume en menos que ocupa una solapa de libro.
La llegada de la LOMCE no va a mejorar la sensibilidad literaria del estudiantado,
pues esta ley relega a un segundo plano las Humanidades, mientras que pretende
estimular la innovación, la creatividad y el espíritu emprendedor, como se ocupó de recordar Felipe de Borbón en
su discurso de la nochebuena de 2016. Traducido de la neolengua neoliberal,
esto viene a significar “aguzar el
ingenio para inventar fórmulas que permitan hacer negocio aprovechando — sin
remuneración económica — las ideas que otro ha tenido.”
Así pues, es previsible que en los próximos
años, las clases de Literatura se conviertan en un workshop de creación de merchandising
tales como sudaderas, tazas y moleskines
ilustrados con memes procedentes de los genios literarios cuya obra se halle en
situación de dominio público. Los ingleses ya venden mugs con citas de Shakespeare en Stratford-upon-Avon, mientras
que por estos lares todavía no se aprovechan las frases cuquis de Cervantes para hacerle la competencia a
las de Mr. Wonderful.
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Aunque esto sea locura, hay cierto sentido en lo que dice. La cita corresponde a Hamlet, Acto II |
Adaptándome a los nuevos tiempos y en
cumplimiento de las directrices de la LOMCE, he comenzado a plantearme la
docencia de la Literatura Española con sus memes como vía didáctica. Y si ello
no fuera suficiente justificación, conviene recordar que en materia de crítica
literaria todo puede defenderse alegando este magnífico meme acuñado por Ramón de Campoamor (1817-1901),
adelantándose en siglo y medio al concepto de la posverdad:
Así comienza el primer artículo de la serie "Memes de la Literatura Española" que estoy publicando en la revista digital Hypérbole. Puedes continuar leyendo el artículo en este enlace: http://hyperbole.es/2017/01/memes-de-la-literatura-espanola-i-los-memes-literarios/