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Desde la portada nos saludan William Faulkner, Charles Dickens, Alan Moore, James Joyce y Aristóteles, en un particular gabinete de curiosidades. |
Ya está disponible La Cofradía del Anillo, un conjunto de ensayos biográficos y literarios en el que he tenido el placer de colaborar junto al profesor de Filosofía Óscar Sánchez Vadillo aportando las ilustraciones de portada, contraportada e interior. Se trata de un extenso viaje por las creaciones y los mundos de variados literatos, músicos y filósofos, que van desde Aristóteles a Alan Moore.
En total son trece las figuras retratadas para este libro. Por orden de aparición, tenemos a Nick Cave, JRR Tolkien, Edgar Allan Poe, WG Sebald, William Faulkner, James Joyce, Keith Richards, Alan Moore, Charles Dickens, Wilkie Collins, Ringo Starr, Aristóteles y Cormac Mc Carthy. También aparecen The Beatles al completo en la página de colofón.
Todos ellos son tan distintos y aparentemente con poca relación entre sí, salvo la afición de adornarse los dedos con todo tipo de sortijas y cintillos. Pero es precisamente la variedad y la combinación lo que crea el collage de nuestra cultura académica, literaria o pop. Óscar Sánchez Vadillo se ha lanzado a diseccionar y explicar las creaciones de aquellos que le han marcado profundamente en su sensibilidad. Esta cofradía de espíritus afines no responde tanto a una lógica histórica o temática como a una hermandad de pensamiento, de estilo y de actitud frente al misterio de la existencia y la potencia de la imaginación. Así, los capítulos se suceden alternando la reflexión filosófica con la crítica literaria, el análisis cultural con el comentario íntimo.
Y como bien es sabido, la letra con dibujos entra. Espero que las ilustraciones ayuden al lector a aproximarse a estos gigantes de la literatura que a veces dan demasiado respeto cuando en realidad tienen tanto que compartir con nosotros.
Por último, en el libro también se incluye un homenaje al fallecido profesor de filosofía Quintín Racionero, especialista en Aristóteles. Bajo el título Amicus Veritatis (Vida y obra de Aristóteles de Estagira) se acompaña un compendio editado de sus clases sobre este tema en la Universidad Autónoma de Madrid.
A continuación comparto el primer capítulo del libro, junto con algunas ilustraciones.
Prefacio: Nick Cave y demás nibelungos…
Debemos creer que nuestros demonios privados pueden ser derrotados.
Frank Miller
Ahora que no fumo, lo primero que hago al despertarme, mientras estoy en el cuarto de baño, es ponerme música; y, así mismo, lo último que hago, antes de irme a la cama y rezar mis oraciones, es escuchar música. Nunca me pongo temas de estudio, siempre versiones de concierto. No lo valoramos lo suficiente, pero es un verdadero milagro que podamos hacer que Elvis reviva en tu pantalla sudando y perdiendo el resuello en un recital en Las Vegas. Youtube es, así, el verdadero tesoro de Alí Babá, aunque no hagan más que intentar estropearlo con anuncios cortarrollos y encuestas estúpidas. La sacralidad sigue existiendo en el s. XXI, pero despedazada bajo la forma de una constante interrupción comercial. Dionysos niño también fue despedazado y devorado por los titanes, que se creían invencibles, pero su corazón sobrevivió y Zeus pudo recomponerlo. En el confinamiento duro me dio por poner conciertos completos de Nick Cave, el cual siempre me había atraído pero conocía muy poco. Todas las noches de esos dos meses haciendo la cena con Nick poseído de fondo (en realidad era al revés, lo que estaba de fondo era la cena...), y para que mi deseo se viera colmado tenía que tomarme una cerveza, ser de noche y tener las ventanas bien abiertas -estoy seguro de que mis vecinos lo comprendieron. Pues ha sido un gran descubrimiento, que me ha hecho averiguar que o Nick me estaba esperando para estos 49 años y cierta experiencia del dolor, o que he hecho mal en perdérmelo el resto de mi anterior vida. Pero es igual, uno tiene ya el oído podrido de belleza. Hay tanta que llevarse a las orejas que podrías explorar Youtube durante cien años, si otra pestilencia maligna nos confinase a todos en casa como larvas en su capullo.
Nick Cave es un dandi. Me recuerda, con esos trajes de Drácula y esos oros de rapero, el mito de Paganini vendiendo su alma al diablo, del que ya se hacía eco Heinrich Heine. Sólo que él es Paganini y a la vez Mefistófeles. Para ser estrella del rock, o del post-punk, o como lo queráis llamar, hay que haber nacido con el físico adecuado para ello, y Nick lo tiene. Sólo existen, que yo recuerde, tres excepciones a esta regla de oro: Roy Orbison, que podría ser tu tío Roy, el que te pellizca el moflete, Phil Collins, que parece un camarero de restaurante caro, y Elton John, que si no llevase sus galas habituales sería Paco Clavel entrado en carnes. Esas cejas de villano de vodevil de Nick, enmarcando esos ojuelos gris-plata, que flanquean una nariz respingona de niño travieso, representan justamente lo que sus canciones dicen, y sus canciones dicen exactamente lo que se cuece tras unos rasgos como los suyos. Hablando es un hombre pausado, que controla bien la elección de sus palabras y la dicción profunda con que las emite. En 2014 se hizo un documental bastante bueno sobre él y su mundo que podéis encontrar en Google (esta vez no en Youtube, de manera que os ahorráis las salpicaduras en plena cara de la vulgaridad de los anuncios), aquí: https://www.documaniatv.com/biografias/20000-dias-en-la-tierra-nick-cave-video_91587dc67.html
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Nick Cave |
Está realmente bien, para lo que suelen ser estos artefactos hagiográficos. Rodado de manera muy original, a la vez que muy cuidada y hospitalaria, con diálogos muy naturales y en el que Nick nos da muy poco la paliza acerca de su sí mismo y su vida privada. Hay unas cuantas reflexiones sobre el proceso creativo un tanto místicas o mágicas, pero según lo veía me he dado cuenta de que me fastidiaban porque ya no nos creemos nada que no sea una realidad flagrantemente económica. En esto nos han jodido bien, tanto unos como otros, marxistas y liberales, desde el s. XIX: todo lo que no sea objeto de una transacción económica no existe, es una ilusión o una superstición. Y estas, a su vez, son mercadeadas por gurús, sectas, sanadores, escritores cursis o manuales de anti-ayuda.
Nick Cave lleva anillos bien gordos en sus dedos, como Aristóteles, Edgar Allan Poe, Charles Dickens o Alan Moore, que es el que se lleva la palma. A saber qué venenos contienen de su época de yonqui en Berlín. Es un extraño habito ese de cuajarse de anillos los dedos, como si más que mano tuvieras un guantelete, aunque no del Infinito. Portados por hombres, los anillos como que recalcan su virilidad, sin dejar de ser ambiguos, algo que sabía muy bien Jack Sparrow. Anillarse a uno mismo como si fueses un cernícalo es bello, y tiene algo de romanticismo oscuro. El planeta mismo es como un cofre de ajuar que guarda varios carísimos anillos, aquellos que hacen circular las partículas infinitesimales a velocidades de vértigo. Además, y como por casualidad, esos grandes personajes de la cultura son también mis predilectos, tanto en filosofía como en literatura como en cómic, sin contar con otros que se suman a la fiesta aquí, como Keith Richards, nibelungo también al igual que Ringo Starr, J.R.R. Tolkien, por descontado, Wilkie Collins, dos alianzas de boda, G.W. Sebald, que escribió sobre Saturno, William Faulkner, que, como trato de mostrar en estas páginas, intuyó el nietzscheano Anillo del Retorno, Cormac McCarthy, que siguió a este último en lo que a buscar algo de luz en mitad de las más tenebrosas tinieblas se refiere, y mi propio maestro, Quintín Racionero, que se puso en hasta tal punto en las sandalias de Aristóteles que no podía dejar de incluirlo aquí a modo de gran lección de lo que debería ser la Filosofía.
Juntos - no incluyo a Green Lantern porque sólo he visto la película de Ryan Reynolds - representan mi particular “cofradía del anillo”, a la que he intentado analizar y ensalzar en estas líneas para regocijo del curioso lector, todavía más si comparte esa bizarra costumbre de metalizarse las garras.
Al año siguiente del documental de Cave, uno de sus hijos pequeños, de 15 años, probó el LSD al lado de un acantilado y terminó siendo tragado por él veinte metros de vuelo sin motor. Nick decía, en el docu mencionado, que no sabía si había conseguido honrar y mantener con vida a sus fantasmas, y yo comprendo eso demasiado bien, sintonizo con ello. Pero también dice que es bueno sentirse un dios aunque sea por un momento, en el escenario o dónde fuera, y a los padres, claro, más vale no hacerles caso siempre en todo…
Aquí podéis encontrar una reseña detallada del libro: https://diario16plus.com/cultura/literatura/oscar-sanchez-vadillo-cofradia-trasciende-tiempo_509360_102.html
La Cofradía del Anillo (Aristóteles, Dickens, Joyce, Faulkner, Tolkien, Moore...)
Óscar Sánchez Vadillo (texto) y Jaime González Galilea (ilustraciones)
Kiros Ediciones
Disponible en:
https://www.filosofiaenlacalle.com/editorial