![]() |
Durante una explicación en clase, improvisando, les dibujé a mis
estudiantes de 3º de ESO en la pizarra un cuento del conde Lucanor. Inesperadamente
se me ocurrió que Patronio debería tener un aspecto como el de Sigmund Freud. El
dibujo de la pizarra, debidamente pasado a limpio, es la ilustración de esta entrada. En este blog ya hemos hablado antes de El conde Lucanor por don Juan Manuel, y de Ejercicios de estilo, por Raymond Queneau. Dos casos extremos de autores literarios. Mis chicxs de 3º de ESO los han conocido este año.
Juan
Manuel cuenta 51 relatos diferentes, todos de la misma manera. Raymond Queneau
relata 99 veces la misma historia, siempre de forma distinta.
Juan
Manuel no corre riesgos. Raymond Queneau los provoca.
Juan
Manuel busca enseñar deleitando. Queneau, aprender epatando.
En mi
ejercicio docente, Juan Manuel y Queneau son los dos polos del eterno retorno.
¿Explicar lecciones distintas de la misma manera, o enseñar de distintos modos
la misma lección del año pasado? Siempre igual, siempre distinto.
¿Cómo
se resolvería un match literario entre Juan Manuel y Raymond Queneau? Nos hemos
permitido convocar a los espíritus de estos dos grandes, y aquí abajo tienen el
resultado. No se sorprendan demasiado. O sí.
CUENTO LII
Lo que sucedió a un mancebo que viajaba en colectivo
Otro día, hablando el conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo así:
- Patronio, un hombre que se llama mi amigo me dice que mis jubones son poco elegantes por estar muy escotados, y que no conviene al decoro de las gentes de mi estado y riqueza que sus ropas tengan tan pocos botones. A lo que él se ofrece para remediarlo con la intervención de un sastre que es cuñado de él mismo. Y pues vos tenéis buen juicio sobre atuendos y protocolo, ruegoos que me digáis lo que mejor me conviene hacer.
- Señor conde – contestó Patronio –, para poder responderos debidamente, me gustaría que supieseis lo que aconteció a cierto viajero de un ómnibus en la ciudad de París.
Y el conde le preguntó cómo fuese aquello.
- Señor conde – prosiguió Patronio –, en uno de esos carromatos de transporte colectivo que usan los parisienses viajaba en cierta ocasión un mancebo de cuello larguirucho y sombrero de fieltro, engalanado con un cordón en lugar de una cinta. Como el vehículo estuviera repleto de gentes y no hallara ningún asiento disponible, hubo de viajar de pie sobre la plataforma. Además de la incomodidad que le causaba la plebe, tenía que sufrir los empujones y pisotones que le proporcionaba otro viajante malintencionado. El mozo del sombrero protestaba y porfiaba, pero abandonó la discusión cuando por ventura quedó libre un asiento, sobre el que se abalanzó confiado, sin preocuparse de las críticas de los demás viajeros.
" Dos horas después, en la plaza que dicen de Roma, el mancebo finalmente llegó a la cita que tenía allí con un su amigo. Pero su disgusto fue mayúsculo cuando este criticó su indumentaria, aconsejándole que se pusiera un botón más en el escote de su abrigo, por mor de las mutables veleidades lutecianas en materia de vestimenta.
“A Vos, señor conde Lucanor, pues me pedís consejo para algo tan nimio como coser o descoser un botón en vuestro jubón, yo os recomiendo que hagáis como os plazca y que deis al diablo el botón, el amigo y el jubón, y que tengáis en cuenta que ya sois mayorcito y capaz de elegir vuestra vestimenta como gustéis y de ignorar las habladurías a que vuestras elecciones dieren lugar. Si empleáis vuestro tiempo en discutir con vuestro consejero preocupaciones tan ridículas como la altura de los botones en un jubón, no os quedará tiempo para las obligaciones urgentes de la política a que vuestro cargo os sujeta, y no seréis recordado por las generaciones venideras como un espejo de gobernantes prudentes, sino como un inmaduro que no sabía ni vestirse sin antes haberlo consultado con un consejero más o menos ingenioso.”
Al conde gustó mucho el consejo de Patronio, y actuó como él le había dicho, y le fue muy bien.
Y cuando don Jaime escuchó esta historia, le pareció tan buena que la hizo poner en este blog, e hizo unos versos que guardan la moraleja y dicen así:
Si discutes y gritas cuando te dan un pisotón,
también debes hacerlo si te critican por tu botón.
|
Un apoyo para los estudiantes del profesor Jaime González en el instituto y curiosos en general.
domingo, 8 de diciembre de 2013
Duelo de titanes: Raymond Queneau versus don Juan Manuel
jueves, 6 de junio de 2013
Sonetillo homenaje a José Manuel Caballero Bonald, premio Cervantes 2012
Tan lejos de ser Cervantes,
tan lejos de Pérez Galdós,
y mucho más lejos de Dios,
mucho más lejos que antes.
Tan lejos de Juan Boscán
y tan lejos de Garcilaso
como anduvo Alfonso Paso
y José María Pemán.
Así me siento yo hoy,
que no enmienda esto Celaya
ni Caballero Bonald.
Tan cerca sufro a Soraya,
tan cerca a la Cospedal,
tan cerca a Mariano Rajoy.
(Jaime González, 24.4.13)
martes, 4 de junio de 2013
El marqués que no sabía escuchar
Después les dice:
“Hace ahora casi 300 años, un gran músico,
Johann Sebastián Bach, quiso hacer un regalo al marqués de Brandeburgo. Pensó
que el mejor regalo que podía hacerle era su música, y le presentó al conde un álbum
manuscrito con las partituras de seis conciertos.
“Pero el marqués no hizo mucho caso a aquellas partituras. Para
poder reproducir la música tenía que llamar a un buen número de músicos y
entregar una copia a cada uno, y eso sin contar con los ensayos. No sabemos si aquel aristócrata hizo tocar muchas veces aquellos seis conciertos en Brandeburgo. El caso es que las partituras quedaron olvidadas en un rincón de su biblioteca hasta que
veinte años después, a la muerte del marqués, sus herederos, al verlas cubiertas de polvo, las vendieron por unas
pocas monedas. Los compradores empezaron a interpretar los seis conciertos del señor Bach y entonces todos los que las oyeron empezaron a saborear su intensa belleza.
“Vosotros tenéis la suerte de poder escuchar música y
acceder a libros con más facilidad que todos los marqueses de Alemania en el
siglo XVIII. Pulsando unos pocos botones tenéis a vuestro alcance todo tipo de
obras de los grandes músicos y toda clase de lecturas.
“Pero… hace falta escuchar. Si no tenéis ganas de escuchar
tranquilamente, cerrando los labios, abriendo los oídos y el corazón, nada será
bello para vosotros. Sin atención, todo se convertirá en ruido. Sin calma, nada tiene
equilibrio. Sin escuchar, nada tiene sentido. Sin tranquilidad no captaréis la
belleza que hay en todas las cosas. La belleza está en el ojo de quien
observa, y los ojos que no descansan se vuelven insensibles.
“Algunas personas no quieren estar en silencio y por eso
ponen la tele a todo volumen cuando llegan a casa. Pero no aprenden a escuchar,
porque no saben estar en silencio.
“Cuando no escucháis os estáis perdiendo algo importante.
Estáis haciendo como aquel marqués Midas, tan rico y tan tonto a la vez,
dejando que la belleza se marchite, silenciosa y cubierta de polvo, en un ángulo
oscuro de una solitaria biblioteca. Hay que aprender a escuchar. A escuchar
siempre.”
domingo, 26 de mayo de 2013
Soneto a la LOMCE (Ley de Ordeno y Mando de la Conferencia Episcopal)
No me mueve, mi Dios, para estudiarte,
el siete que me tienen prometido,
ni me mueve el suspenso tan temido
para dejar por eso de empollarte.
Tú me mueves, Rajoy; muéveme el Wert-e
sentado en el Gobierno bendecido
por los mismos obispos que han urgido
a que sea Religión materia fuerte.
Muéveme, en fin, la LOMCE en tal manera
que aunque no hubiera Pisa, yo aprobara,
y de haber reválida, suspendiera.
No calcules que en la Renta cruz pusiera,
y aunque el cura en la misa me esperara,
lo mismo que me duermo me durmiera.
(Jaime González, 24.5.13)
sábado, 25 de mayo de 2013
Discurso del acto de Graduación de Bachillerato. Instituto Doctor Marañón, 24 de mayo de 2013
Estimada comunidad educativa del IES doctor Marañón, estimados
graduados, equipo directivo, profesores, madres, padres y demás familiares y amigos: Gracias por vuestra asistencia a este acto con el
que hoy celebramos la graduación del 2º
de Bachillerato de la promoción de 2013. Muchas gracias, y por supuesto, enhorabuena a
todos los que hoy culmináis vuestros estudios de Bachillerato.
En representación de los profesores y
tutores de Bachillerato se me ha encargado intervenir en este acto; por lo
tanto estas palabras van a ser la última clase que recibiréis – o que soportaréis
– en el instituto Doctor Marañón. Se me va a hacer difícil pediros que dejéis
de hablar y que tiréis los chicles a la papelera, y no sería procedente hoy
ponerle un parte a alguno, así que… Por
favor, tengamos la fiesta en paz. Los de las últimas filas: cuidado, que os
estoy viendo.
Hoy terminan los seis años de vuestra
educación secundaria en el IES DOCTOR MARAÑON. Han sido seis cursos repletos de
experiencias y recuerdos, unas veces gozosos, otras agridulces y en ocasiones, risueños.
Vivencias, emociones y amistades que os acompañarán siempre y que ahora os
lleváis, al lado de vuestro flamante título, en la misma mochila en la que un día trajisteis un estuche con
rotuladores y la merienda para el recreo.
Seis años en los que nunca habéis
estado solos en nuestro Instituto. Seguro que cada uno de vosotros puede
encontrar hoy en esta sala alguna cara conocida que vio por primera vez al comenzar la ESO, allá por septiembre de 2007.
Recordemos también ahora a otros que
hoy no se encuentran físicamente junto a nosotros. Compañeros que han cambiado de instituto, o de itinerario; profesores
y profesoras que se han jubilado felizmente; y profesores y profesoras –
interinos, en expectativa o con destino – que a fecha de hoy no han podido
permanecer vinculados al IES Doctor Marañón. Todos ellos permanecen en nuestra
memoria y es justo que ahora les dediquemos el homenaje de nuestro recuerdo.
Hay además otros muchos recuerdos que
os llevaréis siempre con vosotros. Es evidente que es mucho, ¡muchísimo!, lo
que habéis aprendido en cuanto a lo puramente académico: Matemáticas, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Lengua, Literatura,
Física, Química, Educación para la Ciudadanía, Música, Educación Plástica y
Visual, Educación Física, Inglés, Francés, Latín, Filosofía … Mejor voy a
detenerme porque veo a alguno que ya está poniéndose pálido y sudoroso ante la
perspectiva de que le toque vérselas con
Kant o con Hegel en el próximo examen de selectividad que tenéis a la
vuelta de la esquina.
Pues bien, amigos, quiero comunicaros
sin temor a equivocarme que hoy en día sabéis mucho más de lo que os imagináis.
Lo que habéis aprendido no lo perderéis nunca. Ni siquiera aunque lo olvidéis.
Aunque ahora os cueste creerme, LO QUE SE OLVIDA NO SE PIERDE.
¿Os sorprende? A mí también me costó
creerlo cuando me lo dijeron en mi primer día en la Universidad. Pero el tiempo
me ha permitido comprobar la verdad de esta afirmación.
Ya Aristóteles dejó dicho que “Las ciencias tienen las raíces amargas, pero muy dulces los frutos”. Una vez
que el conocimiento, a menudo con dolor y esfuerzo, ha implantado sus semillas dentro
de vosotros, el árbol de la ciencia no dejará de crecer en vuestro interior
para beneficiaros a vosotros y a quienes os rodean. Por eso, amigos, no dejéis nunca de regar esa plantita del saber, de
estimular sus tallos, de acariciar con mimo sus hojas, y de apreciar
embelesados la belleza de esa flor que ya
anuncia en esperanza el fruto cierto.
Como profesor que os he acompañado en esta etapa de vuestro
descubrimiento, tengo que deciros que por interesantes – o aburridas – que os
hayan parecido nuestras lecciones, me parece que apenas nos ha dado tiempo a
empezar. Todavía hay un inmenso volumen de conocimiento que está esperando a
que lo descubráis y lo hagáis vuestro. ¡No os resistáis a su llamada y aceptad
el desafío! ¡Tomad al asalto las
bibliotecas! ¡Lanzaos a la conquista de los laboratorios! ¡Demostradles a
las x de las ecuaciones quién es el amo! ¡Empuñad los bisturíes! ¡Machacad sin
piedad las teclas de vuestros teclados! ¡Afilad vuestros pinceles! Vuestro futuro está empezando AHORA.
Incluso en estos tiempos en los que se cuestiona la utilidad de
los saberes y se mira ante todo la colocación laboral, tened en cuenta que la
mejor recompensa de vuestro estudio sois vosotros
mismos. El estudio os mejora, os transforma en una versión perfeccionada de quienes sois, en vuestro mejor yo. El estudio nos predispone a apreciar la belleza, a rechazar la injusticia, a aplicar el sentido
crítico, a amar la libertad. Necesitamos que en el mundo abunden ese tipo
de nuevas personas que vosotros sois y seréis.
No os canséis de preguntar, no dejéis nunca de leer. Leed
cuantos libros podáis. Escuchad la mejor música, gozad del mejor arte,
frecuentad los teatros y museos, buscad la compañía de quienes pueden ofreceros
algo de luz. Y cuando lo hagáis, prestad
atención al mensaje que nos susurran desde los libros todos los poetas y todos
los doctores. ¿Podéis oírlo? Carpe… CARPE
DIEM. ¡Aprovechad el día!
Aprovechemos el día, amigos… y las
noches también; que por lo pronto, la noche de hoy se promete
festiva e inolvidable. Conviene pues que vayamos echando el cierre definitivo a
esta etapa y que, llegado el momento del balance, sepamos apreciar lo mucho que
os ha aportado este instituto.
Nuestro
sistema educativo no está exento de imperfecciones, carencias y hasta contradicciones;
pero la escuela pública de que todavía
disponemos, la escuela pública de tod@s y para tod@s, es el mejor
medio para la promoción y el desarrollo de los jóvenes en un ambiente alumbrado
por la ciencia y la libertad.
Nuestro
gran escritor Max Aub declaró: "Se
es de donde se hace el bachillerato". Cuando algún día, tal vez a
muchos kilómetros de aquí, alguien os pregunte de dónde sois, contestad
tranquilamente y con justo orgullo: “YO SOY DEL DOCTOR MARAÑÓN. YO ESTUDIÉ EN LA
PÚBLICA”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)