miércoles, 11 de febrero de 2009

A quién le importa

Por su interés, reproduzco aquí el texto del artículo que publica hoy Lorenzo Silva en el suplemento CAMPUS de EL MUNDO.

Este es el enlace a la publicación original.

A QUIÉN LE IMPORTA

No hace mucho, volví a ver a uno de mis profesores del bachillerato. Cuando me dio clase era joven, y por tanto sigue en activo. Lo recuerdo bien: era duro, pero buen enseñante, y los resultados que obtenía del alumnado podían considerarse bastante dignos. No era de esos docentes que se complacen en cargarse a toda la clase, con lo que más bien confirman su incapacidad para transmitir el conocimiento. Exigía, pero antes de hacerlo daba, y aprobaba siempre a más de la mitad.

Me contaba que días atrás había estado haciendo limpieza en el departamento y salieron de entre los papeles un montón de exámenes antiguos. Todos ellos suspendidos, y guardados en previsión de una posible reclamación por parte del alumno. A alguno le echó un vistazo y le extrañó lo que encontró. Porque aquellos ejercicios puntuados con un tres o con un dos eran en muchos casos mejores que los que ahora califica con aprobado y hasta bastante por encima del cinco. Comprobó, así, cuánto había bajado el listón de su exigencia. E indirectamente, añade éste que recoge y cuenta su pequeña historia, cómo se ha deteriorado el nivel de conocimientos de los alumnos que están en los cursos superiores de la enseñanza secundaria, es decir, los universitarios de ya mismo.

Pero este retroceso tan dramático en el curso de apenas una generación, que debería ser una de las máximas frustraciones de una sociedad (y más de la nuestra, donde el déficit de formación nos pasa la penosa factura de un bajo nivel de innovación y una baja productividad, que nos dejan sobreexpuestos e inermes frente a las coyunturas adversas como la que ahora tenemos encima), no parece importarle a nadie. El debate educativo en este país se centra, como es lógico, en otras cosas más perentorias y trascendentales, a saber: 1. Si debe ser extirpada del sistema o privilegiada más o menos tal o cual lengua de las que aquí se hablan (cuando parece que lo sensato, sin darle muchas más vueltas, sería que todas tuvieran garantizada una presencia acorde con la demanda social de sus hablantes). 2. Si deben transmitirse a los alumnos unos contenidos éticos de tal o cual orientación (cuando diríase que con enseñarles la historia del pensamiento moral y los valores constitucionales, sin más decoración ni exégesis, debería bastar y no habría de ofender a nadie). 3. Si las aulas deben convertirse en centros de adoctrinamiento religioso financiado por el contribuyente y respaldado por la coacción de una nota computable que induzca al prosélito a tomarse en serio la adquisición de la fe en cuestión (cuando las creencias religiosas, como asunto privado y personal que son, más bien demandan su cultivo y aliento en el entorno familiar y particular de cada cual, sin perjuicio de que todos tengan oportunidad de familiarizarse con aquello que de las religiones constituye acervo cultural de la comunidad).

De que los chavales sepan cada vez menos, en cambio, nadie se preocupa. No hay manifestaciones, ni objeciones de conciencia, ni ásperos debates. A lo mejor es que la ignorancia a todos conviene.

Lorenzo Silva. EL MUNDO, 11 febrero 2009

1 comentario:

Turko dijo...

Excepcional para haber sido publicada en El Mundo. "Cuando diríase que con enseñarles la historia del pensamiento moral y los valores constitucionales, sin más decoración ni exégesis, debería bastar y no habría de ofender a nadie)." Ahí queda dicho todo, sin perjuicio de lo que luego se señala sobre la religión.