Estimadas graduadas y graduados, estimado equipo directivo,
estimados compañeros, madres, padres, familiares y amigos. Gracias a todos por
acompañarnos en este acto en el que celebramos la graduación del Bachillerato
de la promoción de 2016 del instituto Doctor Marañón. Muchas gracias y enhorabuena a todos los que hoy recibís vuestro
diploma de Bachillerato.
Quiero dirigirme primero a todas las madres y padres de los
graduados para felicitarlos en este logro que no es solo de los estudiantes,
sino también de vosotros sus progenitores, quienes les habéis facilitado el
apoyo y los medios durante esta etapa. Os felicito y os ruego que sigáis
apoyando a vuestros hijos, que continuéis prestándoles ese apoyo material y
moral que tanto necesitan. Y quiero también, en nombre de todo el equipo del
IES Doctor Marañón, agradeceros que nos hayáis confiado a vuestros hijos, y que
hayáis elegido la ESCUELA PÚBLICA. La escuela pública, la única que es de tod@s
y que es para tod@s, la que garantiza la promoción
en igualdad de condiciones de los jóvenes en un ambiente inspirado por la ciencia y la libertad.
La graduación es un acto de especial importancia
institucional, significativa y emotiva. Institucional,
porque se completa una etapa de nuestro sistema pedagógico, con todas sus
consecuencias educativas, sociales y laborales.
Significativa,
porque se evidencia vuestra capacidad de estudio y de sacrificio, vuestro
esfuerzo intelectual y físico con el que habéis vencido tantas dificultades y
postergaciones.
Y emotiva, porque
abandonáis el instituto que ha sido vuestra casa y tenemos que deciros adiós.
Atrás quedan seis años llenos de clases, exámenes, deberes,
bromas, risas, llantos, trabajos, el primer beso, la primera decepción,
excursiones culturales y largas tardes de estudio.
Del tiempo que he compartido como profesor con vosotros
tengo muchos recuerdos, pero es forzoso seleccionar unos pocos. El primer
recuerdo viene de cuando os tuve como profesor de Lengua en 1º de la ESO. A
finales de octubre os encargué redactar historias terroríficas al estilo de las
leyendas de Bécquer como “La noche de las
ánimas”. ¡Nunca lo hubiera hecho! Escribisteis unos cuentos tan
terroríficos que estuve varias noches sin poder pegar ojo y todavía hoy me
sucede que me despierto estremecido de terror de pesadillas provocadas por
aquellas lecturas.
Dos años después, en 3º, además de Lengua os impartí aquella
asignatura de Taller de Teatro, hoy tristemente eliminada por la LOMCE. Allí
algun@s de vosotr@s despuntasteis vuestro talento como actores y actrices.
¡Incluso acabamos representando un Shakespeare donde todos los personajes
acababan muriéndose y tendidos sobre el suelo!
Y qué me decís del viaje a Roma de 4º de la ESO junio de
2014 ¡Inolvidable! La Piazza Navona, Via
Veneto, el Circo máximo, la escalinata de la Plaza de España… Aquellas cenas en
el restaurante Il ragno d’oro… Pero
ahora quiero hablaros del Gianicolo.
El Gianicolo, sí,
la octava colina de Roma. Esa que trepamos la primera tarde bajo la dirección
inflexible de Fernando Sánchez, que permanecía insensible a vuestras protestas
cual centurión pretoriano “¿Profe, falta
mucho? ¡Ay, que calor! ¡Los pies me están matando! Profe, tengo sed.¿No podemos
sentarnos? ¡No puedo más! ¿Falta mucho, profe?”
Finalmente conseguimos llegar a lo alto del Gianicolo, en
donde se encuentra un hermoso parque verde y una terraza con puestos de helados
y bebidas. Desde allí pudimos contemplar en su vista panorámica la belleza de
la Ciudad Eterna. En el conjunto, como estrellas de una constelación, se
distinguían los monumentos que visitaríamos al día siguiente: La basílica de
San Pedro, el castillo de Sant Angelo, El Coloseo…
Y mientras algunos se atiborraban de helados y granizados de
limón, otros saciaban sus ojos de belleza. Yo, mientras, recordaba el viejo
lema latino: Per ardua ad astra. Que
traducido del latín significa algo así como “Venciendo
las adversidades se llega hasta las estrellas”.
Y aquí es justo donde nos encontramos ahora otra vez. En la
cumbre de nuestro particular Gianicolo, vencidas gracias a la perseverancia,
las adversidades del Bachillerato, ya podemos observar las estrellas hacia las
que dirigir los próximos pasos.
Cuando se alcanza una meta que algún día se vio muy lejana y
difícil, la tentación de estancarse es muy grande. Sí, sí, esta noche os vais
de fiesta. Pero será una breve pausa. La
vida sigue su curso. Los procesos de cambio continúan. Y el camino que se abre
ante vosotros no es sencillo.
“Per ardua ad astra.” Recordadlo. En los próximos días,
en los próximos meses y años, cuando estéis tentados de abandonar. Cuando el
camino os parezca difícil y el destino lejano, no olvidéis recordar que más
adelante os espera la meta con su hermosa vista panorámica, su seductor quiosco
de bebidas y su amplia constelación de estrellas por alcanzar.
Ya no volveréis a olvidar el nombre de aquel monte: El Gianicolo.
¿Sabéis de dónde le viene el nombre? De un dios romano. Alguno de vosotros lo
recordará, el dios Jano. El dios de
las dos caras, bifronte, consagrado a las puertas, los porteros y el mes de
enero. Jano es el dios de los principios y los finales de todas las cosas.
Y por eso Jano está esta tarde entre nosotr@s, echando el
cierra de la puerta de vuestro bachillerato. Pero siempre que Jano cierra una
puerta abre al mismo tiempo una nueva. Ya hemos echado la vista atrás, con los
ojos que tiene Jano en la nuca. A partir de ahora, elegiremos siempre la cara
de Jano que mira hacia delante.
Cada uno de vosotr@s tiene que elegir sus propias metas.
Cada uno tiene una propia vida que desplegar, un proyecto que realizar, un sueño
que cumplir. Y vuestro futuro empieza ahora.
Nadie debe decidirlo por vosotr@s, porque nadie os lo va a regalar. Esta
es la aventura que comenzáis hoy.
El camino será largo, tortuoso y lleno de dificultades. Y
cuando tengáis tentaciones de abandonar, cuando os fallen las fuerzas… Recordad
que en Roma hay un monte llamado Gianicolo desde el que se divisa un precioso
panorama. Y recordad las palabras que
dijimos esta tarde: PER ARDUA AD ASTRA.
Termino así, deseando que la alegría de esta tarde os
acompañe durante los próximos años de vuestra formación. Os invito a decir
conmigo:
¡Vivan los
bachilleres del curso de 2016 del IES Doctor Marañón!
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