lunes, 10 de noviembre de 2008

Romance del desengaño


- Caminando por la plaza,
taciturno y pensativo,
me he encontrado a tu esposa
siéndote infiel, soy testigo.

- ¿Qué me dices, Alejandro?
¿Qué me dices, buen amigo?
¿Cómo puedes engañarme?
¿Por qué eres tan cruel conmigo?
Mi mujer es buena esposa,
nunca quejas he tenido.
Y no intentes convencerme
pues de ti hoy no me fío.

- Pues si no crees mis palabras,
sígueme por el camino
que nos lleva hasta la plaza
donde se gesta el delito.

Y juntos se encaminaron
hacia aquel lugar maldito
donde vieron a su esposa
abrazada con Marino.

- ¡Vive Dios! ¿Qué ven mis ojos?
¡Vive Dios, qué desatino!
Mañana nos batiremos
por el honor que he perdido
pues se merece la muerte
Marino, que me ha vendido.

Por: Lorena Carbajo Martín

No hay comentarios: