Aludes de luz, graciosas gacelas,
sensuales como damas altaneras.
Torres de marfil, dulces compañeras,
fontanas de miel en cumbres gemelas,
coronadas de rosas centinelas
que vigilan atentas sus laderas.
Globos gloriosos, celestes esferas
cuya belleza oculta me revelas.
Quisiera ser leal depositario
del precioso retrato de tus senos
henchidos de ternura, tan süaves,
y gozar el placer extraordinario
de mirarlo cuando te eche de menos
y guardarlo después con siete llaves.
(Jaime González, 31.01.2015)
Una de las piezas más insólitas del Metropolitan Museum of Art de Nueva York es el cuadro que abre estas líneas: Beauty Revealed, un autorretrato de la miniaturista Sarah Goodridge. Este es el tema del artículo que he escrito para la revista Hypérbole, que se publicará con motivo de la festividad de San Valentín.
A veces los grandes amores residen en
pequeñas anécdotas, al modo en que los formatos diminutos pueden contener obras
de gran valor artístico. Nuestra protagonista se llama Sarah Goodridge, nacida el 5 de febrero de 1788 en la jovencísima
república de los Estados Unidos de América, el mismo día en que su estado
natal, Massachusetts, ratificaba la Carta Magna para convertirse en el sexto
estado de la Unión. Solo hacía 12 años desde la firma de la Declaración de
Independencia de 1776, en la que se proclamaba como una verdad evidente que todas las personas son iguales al nacer
y que tienen ciertos derechos
inalienables, como la Vida, la
Libertad y la búsqueda de la Felicidad.
El artículo continúa en Hypérbole.es:
Sarah Goodridge versus el sexting. Cuatro movimientos y un soneto.
Sarah Goodridge versus el sexting. Cuatro movimientos y un soneto.
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