Albert Camus escribió a partir de este tema su ensayo El mito de Sísifo, considerado un clásico de la filosofía moderna. Yo he pergeñado un artículo mucho más modesto, para su publicación en Hyperbole.es
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Si Sísifo no hubiese sido tan bobo como
Sissi, se habría dado cuenta mucho antes de las bondades de la cuña; una de las
siete grandes máquinas estudiadas por Arquímedes. Oportunamente colocada entre
la pesada pétrea mole y el plano más que inclinado, la bola se bloquea en
equilibrio aceptable. La masa de piedra reposa sobre un humilde calzo de madera
que la calza, la acuna, la acuña, la encoña. Solo es un pedacito de palo, pero
consigue detener la inexorable gravedad mucho mejor que jornadas enteras de
hombros y riñones. Y sin esfuerzo. Hay que pensar más, Sísifo.
Cómo no se me habría ocurrido antes, se dice
Sísifo a sí mismo. Detiene Sísifo su esfuerzo y así recupera el resuello. El
paisaje desde arriba, desde el pináculo, es por fin contemplado con calma. Al
cabo de un rato de descanso, Sísifo, hijo de Eolo y padre de Odiseo, comprende
que ha empleado toda su vida subiendo y bajando por las cuestas de lo que
podría ser una gran pirámide. Si Sísifo hubiese leído más, sabría que el Dédalo
que diseñó su suplicio no tenía que ver con los egipcios: Se llamaba Abraham
Maslow.
Sísifo, después de media vida embruteciéndose
gracias a su esfuerzo laboral, consigue poner en funcionamiento su abotargado
cerebro. Se dice: Toda la vida trepando, subiendo y bajando por una pirámide de
necesidades para esto. Cinco minutos de descanso mientras aguante la cuñita de
madera.
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Continua leyendo el artículo completo en Hypérbole.es : http://hyperbole.es/2015/05/sisifo-en-el-apice/
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