viernes, 22 de mayo de 2015

Sísifo en el ápice

En la Odisea se nos relata la historia de Sísifo, padre de Odiseo. Por alguna falta que cometió, pero que no se nos comenta, fue condenado a  un castigo eterno castigo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada hasta conseguir colocarla en su cumbre. Antes de que alcanzase la cima la piedra perdía el equilibrio y rodaba hacia abajo, desde donde Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez, interminablemente. 

Albert Camus escribió a partir de este tema su ensayo El mito de Sísifo, considerado un clásico de la filosofía moderna. Yo he pergeñado un artículo mucho más modesto, para su publicación en Hyperbole.es



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Si Sísifo no hubiese sido tan bobo como Sissi, se habría dado cuenta mucho antes de las bondades de la cuña; una de las siete grandes máquinas estudiadas por Arquímedes. Oportunamente colocada entre la pesada pétrea mole y el plano más que inclinado, la bola se bloquea en equilibrio aceptable. La masa de piedra reposa sobre un humilde calzo de madera que la calza, la acuna, la acuña, la encoña. Solo es un pedacito de palo, pero consigue detener la inexorable gravedad mucho mejor que jornadas enteras de hombros y riñones. Y sin esfuerzo. Hay que pensar más, Sísifo.

Cómo no se me habría ocurrido antes, se dice Sísifo a sí mismo. Detiene Sísifo su esfuerzo y así recupera el resuello. El paisaje desde arriba, desde el pináculo, es por fin contemplado con calma. Al cabo de un rato de descanso, Sísifo, hijo de Eolo y padre de Odiseo, comprende que ha empleado toda su vida subiendo y bajando por las cuestas de lo que podría ser una gran pirámide. Si Sísifo hubiese leído más, sabría que el Dédalo que diseñó su suplicio no tenía que ver con los egipcios: Se llamaba Abraham Maslow.


Sísifo, después de media vida embruteciéndose gracias a su esfuerzo laboral, consigue poner en funcionamiento su abotargado cerebro. Se dice: Toda la vida trepando, subiendo y bajando por una pirámide de necesidades para esto. Cinco minutos de descanso mientras aguante la cuñita de madera. 

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