
Si acaso me escucháis en el futuro,
si acaso mis palabras se han grabado
esculpidas de amor, y os han tallado
piedra a piedra, mi voz en vuestro muro,
sabed que sois el alba de lo oscuro,
el clavo que resiste a lo quemado,
el faro de mi barco desgarrado,
la dulce miel con que mi llaga curo.
Tu ilusión, es, Daniel, mi Norte ardiente,
en tu constancia, Juan, yo me reflejo,
y en tu inocencia, Carlos, va mi fuente.
Y así, pasan los días y no cejo
de añorar la presencia vehemente
de ilusión, de inocencias y de espejo.
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