jueves, 2 de octubre de 2008

Dickens, y cómo la literatura influye en la sociedad

Hoy en clase hemos hablado de Charles Dickens (1812-1870) quien, después de Shakespeare, es posiblemente el autor más importante, más leído y apreciado por el público. En Wikipedia encontraréis una amplia biografía y resumen de sus obras. Dickens, quien tuvo que trabajar desde los 12 años en una fábrica de betún en jornadas de diez horas diarias, conocía desde su propia carne los problemas y desdichas de la clase obrera inglesa, en particular de los niños y su explotación. Su obra literaria sirvió mejor a la justicia social y aceleró más el movimiento humanitario que muchos de los decretos, folletos estadísticos y sermones de sus contemporáneos. No creo que ningún premio literario suponga un elogio mayor para un artista de las letras.


Aunque no figura en nuestro programa de lecturas, quiero recomendaros desde aquí que leáis alguna de sus obras. En la siguiente página podréis descargaros libros completos de Dickens, entre los que figuran David Copperfield, Historia de dos ciudades, Tiempos difíciles, Grandes Esperanzas y el magnífico Cuento de Navidad (Este último con comentarios al margen).

http://es.geocities.com/biblio_e_dickens/dickens.html#libros

Visitad también las bibliotecas públicas: Todas tienen libros de Dickens. Un buen punto de partida es “Los papeles póstumos del Club Pickwick”, por su desenfado humorístico.


Quiero terminar la entrada de hoy reproduciendo uno de mis párrafos favoritos de Dickens: El comienzo de Historia de dos ciudades. En ella se refiere, desde el año 1859, la situación previa a la Revolución Francesa. Lo curioso es que siempre la época actual nos parece perteneciente a una época superlativa:


"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la estupidez, era la época de la fe, era la época de la incredulidad, era la temporada de la Luz, era la temporada de la Oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, teníamos todo a nuestro alcance, no teníamos nada a nuestro alcance, íbamos todos derechos al Cielo, íbamos todos de cabeza al otro lado. En resumen, era una época tan parecida a la actual, que algunas de sus autoridades más chillonas insistían en calificarla, para bien o para mal, sólo con superlativos."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Imprescindible el ensayo de Chesterton sobre Dickens publicado en castellano en Pre-textos. Se puede no leer, pero si se lee, condenación para el que lo ignore.